Independientemente de la religión, el sexo, la condición social o económica, cada uno de nosotros quiere ser feliz y esta necesidad común nos une a los demás. Todos nuestros esfuerzos están orientados hacia la búsqueda de la felicidad y el alivio del dolor. Aunque la búsqueda de la felicidad es uno de los objetivos principales de nuestras vidas, la investigación espiritual ha demostrado que en promedio estamos contentos sólo el 30% del tiempo, mientras que el restante 40% somos infelices. El 30% restante experimentamos un estado neutral carente de felicidad o infelicidad. Desconocido para la mayoría de nosotros que buscamos la felicidad externamente, la felicidad verdadera y eterna se encuentra dentro de nosotros mismos. El Principio Divino del alma (ātmā) está dentro de cada uno de nosotros. El alma es el Dios dentro de nosotros, y una de las cualidades de Dios es la perpetua Beatitud (Ānand). La Beatitud es la felicidad suprema, y no depende de ningún estímulo externo. En el curso de nuestro progreso espiritual encontramos la felicidad perpetua o Beatitud. La calidad y cantidad, así como la duración de la experiencia de la Beatitud son directamente proporcionales a la etapa de nuestra evolución espiritual. Iniciar la práctica espiritual y hacer esfuerzos consistentes para aumentarla, nos permite experimentar Beatitud continuamente.
Artículos de Investigación
Sobre la felicidad
A pesar de tener diversos orígenes y personalidades distintas, todos nos esforzamos por encontrar la felicidad.
La realidad de la vida
¿Sabías que el ser humano promedio sólo es feliz el 30% del tiempo?
¿Por qué queremos felicidad?
Miremos hacia nuestro interior para entender por qué nos esforzamos por aprender cómo alcanzar la felicidad.
La ley del cambio
Si nuestra felicidad depende de lo exterior, nunca encontraremos la felicidad pues el mundo exterior está en constante cambio.
La Beatitud
La Beatitud es un estado superlativo que está muy por encima y más allá de la felicidad y es eterna.
¿Cómo puede uno acceder a la Beatitud del alma?
A medida que crecemos espiritualmente a través de la práctica espiritual, tenemos acceso a la Beatitud del alma.
Artículos Destacados
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