Tabla de contenidos
- 1. Mi lucha contra el trastorno de identidad de género durante mis primeros años
- 2. Mi primer contacto con la Fundación para la Investigación de la Ciencia Espiritual (SSRF)
- 3. Guía para superar el trastorno de identidad de género y para la práctica espiritual
- 4. Los comienzos del cambio
- 5. Estado Actual
1. Mi lucha contra el trastorno de identidad de género durante mis primeros años
Aunque nací mujer, desde muy temprana edad me sentía como si fuese un varón. Jugaba con juguetes que eran para niños y quería que mi cuerpo fuese más musculoso y masculino. No me gustaba la forma en que lucía y me sentía deprimida. Me enviaron a una escuela de sólo chicas donde, a medida que iba creciendo, me sentía cada vez más deprimida y aislada. Para cuando estaba en séptimo grado, generalmente era excluida porque no podía relacionarme con ninguna de mis compañeras.
Durante mi adolescencia, me sentía muy frustrada y aislada. Mi depresión se profundizó y también comencé a perder los estribos en casa. Sentía que estaba atrapada en el tipo de cuerpo equivocado. Me preguntaba si era gay, pues actuaba y me vestía como un hombre.
Cuando tenía aproximadamente 25 años, oí sobre los términos ‘transgénero’ y ‘trastorno de identidad de género’ e inmediatamente me identifiqué con ello. Comencé a vivir mi vida como hombre y a alejarme de mi familia, ya que la mayoría de ellos no aceptaban mi manera de vivir. En esta condición, tuve dificultades en encontrar empleo y llegué a vivir en el umbral de la pobreza. Comencé a experimentar niveles muy altos de ansiedad pues temía que la gente descubriera que mi cuerpo era el de una mujer.
2. Mi primer contacto con la Fundación para la Investigación de la Ciencia Espiritual (SSRF)
Cuando estaba visitando Goa por vacaciones, un miembro de mi familia me llevó al Centro de Investigación Espiritual y Ashram de la SSRF en Goa, India. Era la primera vez que visitaba un ashram y podía percibir los altos niveles de positividad en el ambiente. Más tarde comprendí que esta positividad se debía a los altos niveles de Conciencia Divina (Chaitanya) presentes en el lugar. Cuando llegué al Centro de Investigación Espiritual estaba vestida como un hombre e insistía que me tratasen como tal. Como estaba tomando algunos medicamentos hormonales, tenía vello facial y fácilmente pasaba como hombre. En el Centro de Investigación Espiritual todos eran muy acogedores y no me juzgaban. Me dejaron quedarme pues expresé mi deseo de crecer espiritualmente.
Durante mi estadía participé en todas las actividades regulares en el Centro. También participé en una serie de experimentos de investigación espiritual en el ashram junto con experimentos que utilizaban instrumentos de biorretroalimentación. Por ejemplo, participé en un experimento para probar el efecto de cuando las personas hablan entre sí. Se me pidió hablarle a una persona, pero fue sólo después que se me informó que era un Santo. Sin embargo, solamente por el hecho de hablarle, la máquina de biorretroalimentación (DDFAO) mostró un efecto curativo en mis chakras. Con mi percepción sutil, yo también sentí que la sanación estaba ocurriendo.
Durante las siguientes semanas en el Centro, comencé a notar que me estaban sucediendo una serie de cosas extrañas que nunca antes había experimentado. Por ejemplo, no podía juntar mis manos para orar antes de comer, quería levantarme y dejar la mesa en lugar de comer la comida que se servía en el comedor, mi proceso de pensamiento se empañaba y no podía comprender cosas simples o poner en práctica algo que se me había dicho. No podía entender por qué esto me estaba pasando. Poco a poco y con mucho cuidado, se me explicó con mucho tacto que yo estaba poseída por una energía negativa. Como esta energía no podía tolerar la positividad espiritual en los ambientes del Centro, me estaba creando todos estos obstáculos.
Al principio no podía diferenciar si mis pensamientos se debían a la energía negativa o eran los míos. Sin embargo, a medida que continúe con mi práctica espiritual, poco a poco pude percibir dos identidades dentro de mí, una era una persona que no podía soportar ningún estímulo positivo, y la otra era una aspirante que se sentía muy aliviada y feliz al estar con otros aspirantes.
Más adelante, se me explicó que yo había sido poseída por un brujo sutil māntrik) masculino de la 4ta Región del Infierno. Entonces comprendí que eran sus pensamientos predominantemente masculinos, los que desde mi infancia habían sido los responsables de crear el trastorno de identidad de género en mi mente. Esta había sido la razón por la que me sentía como un hombre atrapado dentro del cuerpo de una mujer. Me di cuenta de que su presencia en mí había crecido más y más en el curso de los años, ya que hizo de mi vida la suya. El brujo sutil había estado actuando de acuerdo con sus deseos a través de mí, y por tanto creó problemas entre mi familia y yo.
3. Guía para superar el trastorno de identidad de género y para la práctica espiritual
Inicialmente recibí la guía de cantar el nombre de Shrī Gurudev Datta, y luego Om Namo Bhagavatē Vāsudēvāya. Debido a la severidad de la posesión, se me aconsejó cantar 4 horas al día junto con otros remedios de sanación espiritual. Los remedios espirituales que realizaba diariamente, incluían el remedio espiritual de agua salada y el canto con nyās. También purificaba espiritualmente el hogar con varillas de incienso de la SSRF y gomūtra (orina de la vaca sagrada de la India). Asimismo, se me mostró cómo participar en satsangs (compañía de la Verdad Absoluta) a través de Skype, en los cuales aprendí a llevar un diario de los errores que cometía y las manifestaciones de ego que notaba en mí, y a anotar todos mis aprendizajes y observaciones sobre mi progreso espiritual. Se me aconsejó orar antes de todas mis actividades como comer, bañarme, ir al trabajo en mi bicicleta, trabajar en mi oficina, y reunirme con mis amigos. La oración tenía el propósito de evitar que la entidad posesora utilizara cualquiera de estas actividades para incrementar su presencia.
4. Los comienzos del cambio
Después de algunos meses, los ataques de ansiedad que me agobiaban se redujeron y también mi rabia. Comencé a salir de mi cascarón y a vestir ropa más expresiva. Mis movimientos físicos se volvieron menos rígidos y mi voz se volvió más femenina. Noté que el trastorno de identidad de género iba disminuyendo cada vez en mí.
Un día, me di cuenta de que estaba sintiendo como que flotaba y me sentía liviana, y tenía calma y una sonrisa en mi rostro. ¡Era un sentimiento de felicidad superlativa o Beatitud (Ānand)! Me sentí más desapegada de las cosas que me rodeaban y esto no me molestaba en absoluto. En mi interior, comencé a sentirme cada vez menos consciente de mi apariencia, tenía menos temor de cómo las personas me percibirían con respecto a mi género, y estaba menos preocupada por lo que pensarían de mí. En lugar de pensar en mis necesidades y preocupaciones, mis pensamientos estaban más centrados en las necesidades de otras personas y en cómo servirles o alegrarles el día. También pude enfocarme interiormente en la presencia de Dios.
Después de 6 meses, encontré coraje para pedir a mis padres si aceptarían que yo volviera a vivir en su casa nuevamente como parte de su familia, y ellos dijeron “Sí”. Más tarde, mis padres me dijeron que cuando habían ido más temprano ese mismo día a su lugar de adoración, el sacerdote le había dicho a mi padre, “Tu hija regresará a casa.” Esta fue una experiencia espiritual para ellos.
5. Estado Actual
La vida en casa con mis padres se ha vuelto muy tranquila y yo puedo vestir ropa femenina. Un nuevo peldaño en este camino fue que, después de 5 años de haber empezado la práctica espiritual con la SSRF, por primera vez la semana pasada pude vestir ropa formal femenina para una entrevista de trabajo y me sentí muy cómoda. Mi trastorno de identidad de género prácticamente ha desaparecido. Estoy empezando a sentirme muy contenta y relajada en mi nueva identidad como mujer, porque realmente disfruto ser mujer.
Me siento más honesta y abierta ahora que estoy viviendo la vida como mi verdadero ser. Digo esto con un sentimiento de alivio y gratitud a Dios. Expreso mi gratitud a la SSRF porque ahora me siento cómoda en este cuerpo femenino y puedo concentrar mis esfuerzos en mi camino espiritual. He querido compartir mi historia para motivar a otros a iniciar o continuar con la práctica espiritual. Realmente creo que la práctica espiritual regular puede ayudar a cualquiera a superar su crisis de identidad de género y encontrar una cura permanente a esta clase de problemas.
Termino expresando gratitud a Dios por darme las soluciones para superar mi trastorno de identidad de género e incrementar mi práctica espiritual.
– Irene Rogers, EE. UU (Nombre de alias para proteger la privacidad de la aspirante)